en el año 2005, Mis amigos literatos en lugar de conmemorar con loas y cantares el 4º centenario de las primeras andanzas del quijote, lo trajeron a méxico y lo llevaron a picantes e ingeniosas aventuras de las que nuestro personaje salió peor que cuando arremetió contra los molinos de viento de iberdrola.

El comienzo de la actividad de Ediciones de Educación y Cultura, después Ediciones EyC, casi coincidió con los festejos universales en 2005 por la aparición de la primera parte de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. En tal año, ceremonias, discursos y convivios no faltaron; reportajes, entrevistas y coloquios tampoco; obras de teatro, animaciones y reediciones de la obra menos; así es que en un medio literario como el nuestro, pequeño pero muy arrebatado, pensamos que debíamos hacer nuestra contribución a la gloriosa efeméride de las letras hispanas.
Por tanto, en una de aquellas tardes que visitamos el bar de La Noria para refrescar el gañote, decidimos poner manos a la obra. Antes que nada, debimos engullirnos unas tortas para equilibrar nuestro ph estomacal. En efecto, más allá de la interesante carta y exquisita cocina del Restaurante La Noria que trataremos tal vez en otro momento, lo que quiero destacar ahora son las sabrosas tortas de milanesa y las de huevos estrellados que me conquistaron desde la primera vez. Imaginen ustedes un huevo frito sobre el aceite donde se doraron unos trocitos de tocino, colocado con su yema íntegra sobre una torta de agua, suave, untada en su capa inferior con frijoles refritos. Además, antes de cerrar la torta se pone sobre el huevo un poco de ensalada “pico de gallo”. ¡Deliciosa, se los aseguro! Estos bocados no los conocían ni en las hosterías de La Mancha.
Pues bien, satisfecho el estómago y el corazón, platiqué con dos de mis compañeros de lanzas, Enrique de Jesús Pimentel Garibay y Jorge Arturo Abascal Andrade sobre la idea de sumarnos a la algarabía que animaba el “iberespacio” editando dos libros sobre el personaje cervantino. Enrique Pimentel, quien había escrito en 1984 un poema de ruptura titulado Catacumbas, se haría cargo de convidar a poetas a escribir sobre el ingenioso hidalgo; Jorge Abascal por su parte, muy hábil en armar antologías, lo haría con cuentistas, invitándolos a crear y recrear historias inspiradas en el mismo caballero.
Más adelante, cuando la producción de textos estaba por terminar traté el asunto con Miraceti Jiménez y Victor Rojas, a la sazón propietarios de LunArena para que sus imprentas se encargaran de la parte material de la edición. Así surgió De claro en claro. Cuentos y Poemas sobre el Quijote.

En el quijotesco proyecto me ayudaron también otras amigas y amigos muy queridos. Participaron Gerardo Ramos Brito, artista poblano, quien preparó una serie de pinturas en papel para la edición de los poemas, e Iván Montero Hernández, artista segoviano de visita en Puebla, elaborando dibujos alusivos a varios personajes de El Quijote para ilustrar el volumen de cuentos. El diseño gráfico estuvo a cargo de Ángeles López quien además diseñó la retícula y diagramó los modelos de la colección Íntimos recién inaugurada. Por cierto, el logotipo que ha acompañado las ediciones de Educación y Cultura –un giro dancístico de dos bailarines que forman con los brazos un ojo humano– fue creado también por Iván Montero.

Abascal pudo reunir en el volumen de cuentos a plumas de diversa imaginación y estilo, quienes entregaron personalísimos divertimentos y nuevas aventuras del enloquecido caballero. Entre los escritores encontramos al colombiano-xalapeño Marco Tulio Aguilera Garramuño, Ricardo Cartas, Gregorio Cervantes Mejía, Jorge Omar Cortés, Felipe Garrido, Alejandro Meneses, Beatriz Meyer, el cubano José Prats Soriol, Guillermo Samperio, José Sánchez Carbó y Gerardo Arturo Zepeda Ordorica. En su conjunto estos cuentos representan una muestra de la fascinación, divertida e irrespetuosa, con que se miraban las aventuras del mas famoso personaje literario en lengua castellana.
Enrique de Jesús Pimentel, por su parte, invitó a varios poetas a trabajar sobre el tema y entregaron un buen volumen de historias y lances líricos en honor al Quijote de la Mancha. Con algunas excepciones y ciertas ausencias, la lista se podría decir que era representativa del poblanísimo parnaso y la componían Luis Vicente Aguinaga, Miguel Andrade, Juan Jorge Ayala, Alí Calderón, Mario Calderón, Sonia Hernández, David Huerta, Miraceti Jiménez, Gerardo Lino, Georgina Lizeth, Roberto Martínez Garcilazo, el español Juan Antonio Masoliver Ródenas, Beatriz Meyer, Mariano Morales, Armando Oviedo, Alejandro Palma Castro, Enrique de Jesús Pimentel, Blanca Luz Pulido, Karen Rojas Kauffmann, Victor Rojas, Julio Eutiquio Sarabia y Víctor Toledo.

La obra De claro en claro… con sus dos volúmenes de cuentos y poemas sobre el Quijote fueron adquiridos por el Consejo Nacional de Fomento Educativo, también como paquete conmemorativo de sus treinta y cinco años de actividades. La decisión de llevar esta obra a las bibliotecas de las secundarias fue una afortunada idea de esa institución, también un reconocimiento a quienes escribieron la narrativa y lírica de estos volúmenes. Sin embargo, la adquisición de los libros no estuvo ausente de incidentes, pues recuerdo que cierto funcionario de la institución objetó la inclusión de uno de los cuentos al considerarlo irrespetuoso hacia la figura presidencial del momento. Por fortuna, después de algunos alegatos el tema fue superado con la intervención de la propia dirección general de CONAFE, con lo que la libertad intelectual del autor quedó incólume y el Consejo se ahorró un terrible e innecesario escándalo.

La edición fue presentada finalmente en la conmemoración de los cuatrocientos años de El Quijote que organizó la Casa de la cultura de España en México. Allí estuvo presente Ediciones EyC, participando en la lectura continuada de la obra de Cervantes a través del coordinador del volumen de cuentos Jorge A. Abascal.
Prácticamente así nació Ediciones EyC, apadrinada, podría decir, por un importante grupo de escritores, conocidos algunos, amigos otros, que con su ingenio hicieron que la sombra de don Alonso Quijano volviera a cabalgar en nuestras fantasías y nos inspirase a acometer nuestra aventura editorial. (Continuará)
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